lunes, septiembre 18, 2006

La muerte no avisa.

Ví sus rostros, el dolor y el miedo estaban dibujados en ellos. Quiza se sabían condenados. Pasaron a toda velocidad, como un relámpago, sin embargo, sus rostros parecían viajar en cámara lenta. Dieciocho años el de adelante, playera roja, piel blanca, bigote y barbas incipientes, la muerte afocada en la vista, encarrilado a un destino último inevitable y absolutamente doloroso. Véinte o veinticinco años el de atrás, camisa azúl, piel morena clara, cara regordeta, rasurado, aferrado con el brazo derecho al abdómen de su compañero y el dolor intenso marcando su cara.

En busca de un taller dí vuelta sobre la avenida, buscando una vulcanizadora para que instalaran los tapones sobre los rines del auto. En la primer calle estaba un establecimiento, pero era evidente que tenían mucho trabajo, y yo con mi eterna prisa; seguí y treinta metros adelante estaba otro taller, con dos operarios sentados sobre una llantas viejas. Estacioné el auto y uno de ellos se acercó por la ventana del copiloto en actitud inquiriente, le dije concretamente lo que necesitaba y aceptó, abrí la portezuela y bajé del auto, caminé y dí un par de pasos en dirección de la cajuela. Un estruendo me hizo levantar la vista al tiempo que daba un par de pasos más, súbitamente descubrí un bólido que velózmente se acercaba, pasó junto a mis pies y se impactó contra la llanta delantera del auto, solo para sacudirse la mitad de su fatal carga y continuar su mortal trayecto por mas de 100 metros más. Dónde silencioso, finalmente se detuvo. Volteé en dirección del estruendo y trate de afocar la mirada para identificar la causa, al tiempo que daba un paso, identifiqué una motocicleta que derrapaba a gran velocidad en dirección mía, descubrí el rostro angustiado del conductor e inmediatamente atrás el de su compañero, con el dolor reflejado en el rostro. Los ví estrellarse contra la rueda delantera de mi auto. Impacto que sacudió y eyectó al de atrás, rebotando y quedando bocarriba sobre el pavimento, en tanto motocicleta y conductor continuaban dando tumbos por una distancia de más de 100 metros, hasta que humano y máquina quedaron tendidos, maltrechos ambos, sobre el pavimento. Les había detenido la señal roja del semáforo, según recontruyen la historia los eternos mirones, impacientes esperaban el siga para continuar su marcha. Cruzaron algúnas palabras entre ellos, algunos transeúntes y automovilístas volteaban a mirarlos por esa llamativa combinacion de fortaleza y elegancia de la motocicleta BMW, de modelo reciente. Blanca con líneas azules y amarillas. Envanecidos o quizá agradecidos, personalmente creo que víctimas de la testosterona, realizaron callejeramente la acrobacia conocida como el protro de hierro, arrancaron a toda velocidad, levantaron el manubrio, y avanzaron unos metros sobre una sola rueda, la llanta delantera cayó de lado, la motocicleta derrapó e inició una descontrolada carrera, desplazándose con todo y ocupantes por una distancia de casi dosciento metros, Distancia en las que el pavimento arrancó trozos de piel, vello y músculo. Ni la llanta del automóvil detuvo el trayecto, el impacto solamente modificó la dirección y la sacudida lanzó al acompañante fuera de la moto. Ví el dolor reflejado en el rostro del pasajero, en el asiento de atrás, vestía camisa azul, nuestras miradas coincidieron por un instante, lo seguí con la vista y ví la forma en la que fue expulsado de la moto, como consecuencia del impacto contra la llanta del automóvil. El cuerpo, ante el impacto realizó una serie de movimientos insólitos, antes de detenerse completamente a media calle, tendido, embarrado contra el pavimento, bocarriba, con los brazos abiertos, como crucificado a una cruz de pavimento. Inmediatamente, al quedar estático, la sangre brotó por las comisuras de los labios, por la naríz, empañándole tambien los ojos, congelando su mirada última. La muerte había poseído ese cuerpo, convirtíendolo en inanimada mortaja. El conductor quedo en forma semejante como cien metros adelante. La llanta del automóvil quedo inservible, el impacto la reventó. El llantero se negó en un principio a reemplazar el neumático, ¿Pero señor, si ahi quedo el muertito? Debí convercerlo de hacer el trabajo, el otro trabajo, le dije, ya lo esta haciendo la policia y pronto vendría algúna unidad a llevarse los cuerpos. Minutos más tarde, después de llamarla, llegó mi mujer al sitio, quiza deba decir con mayor exactitud que llegó a mi rescate. La impresión me impedía conducir el automóvil, afortunado humano que soy, llegó con la ayuda que proporciona el abrazo y la caricia. ¿Por que me impresionó tanto el accidente? Quizá por los comentarios de Rick, el mayor de mis hijos, 18 años, como el conductor fatal, que en fechas últimas ha sugerido insistentemente en una motocicleta para transportarse. Quiza también se deba a que esa tarde, la del accidente, al llegar a casa e intentar ponerme cómodo, me quité los zapatos y descubri que el correspondiente al pie derecho presentaba unas cortaduras en la parte superior, unas líneas exactas, paralelas, que seguramente hizo alguna parte de la motocicleta al pasar junto a mi. Me aterra el pensar que pudo igualmente cortarme las piernas. He querido olvidar esas imagenes que continuamente, quiza incidentalmente me repite la memoria, pero hoy domimgo, sobre la avenida Río Churubusco casi frente a cinemark, otro motociclista se lastimó (quiza murió) al salirse de la avenida y chocar contra las protecciones , para finalmente terminar tirado varios metros adelante y la moto destruida.

martes, septiembre 12, 2006

11 de Septiembre no se olvida...

Salvador Allende: Presidente de Chile (1970-1973). Asesinado el 11 de septiembre de 1973 durante un golpe militar ordenado por el presidente de Estados Unidos y comandado, en Chile, por Augusto Pinochet. Con retraso, pero con todo respeto, transcribo los hechos terribles que la linda, bien nacida y honorable gente de derecha produjo a la naciente democracia americana. Este es el verdadero rostro del "satatus quo", y este es el testimonio de un luchador por una sociedad justa, incluyente, democratica.
Cualquier parecido con nuestra realidad es mera invención. Santiago de Chile11 de septiembre de 1973 7:55 A.M. Radio Corporación
Habla el presidente de la República desde el Palacio de La Moneda.
"Informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo que significa un levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad del ciudadano. En estas circunstancias, llamo a todos los trabajadores. Que ocupen sus puestos de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal. En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí defendiendo al Gobierno que represento por voluntad del pueblo. Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con su obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero presidente de la República." 8:15 A.M. Trabajadores de Chile:
"Les habla el presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en la Provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas del Ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista. Deben esperar la instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4 de Noviembre de 1976. Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la espera de mis informaciones. Las fuerzas leales respetando el juramento hecho a las autoridades, junto a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza a la Patria". 8:45 A.M. Compañeros que me escuchan:

"La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada. Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse. Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida". 9:03 A.M. Radio Magallanes

"En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato conciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor. Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas. El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor"
. 9:10 A.M.
"Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios. Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará. Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición." (SALVADOR ALLENDE)
"... Pasada la 1 y 30 los fascistas se apoderaron de la planta baja de Palacio, la defensa se organiza en la planta alta y prosigue el combate. Los fascistas tratan de irrumpir por la escalera principal. A las 2 aproximadamente logran ocupar un ángulo de la planta alta. El presidente estaba parapetado, junto a varios de sus compañeros, en una esquina del Salón Rojo. Avanzando hacia el punto de irrupción de los fascistas recibe un balazo en el estómago que lo hace inclinarse de dolor, pero no cesa de luchar; apoyándose en un sillón continúa disparando contra los fascistas a pocos metros de distancia, hasta que un segundo impacto en el pecho lo derriba y ya moribundo es acribillado a balazos. Al ver caer al presidente, miembros de su guardia personal contraatacan enérgicamente y rechazan de nuevo a los fascistas hasta la escalera principal. Se produce entonces, en medio del combate, un gesto de insólita dignidad: tomando el cuerpo inerte del presidente lo conducen hasta su gabinete, lo sientan en la silla presidencial, le colocan su banda de presidente y lo envuelven en una bandera chilena. Aun después de muerto su heroico presidente, los inmortales defensores del palacio resistieron durante dos horas más las salvajes acometidas fascistas. Sólo a las cuatro de la tarde, ardiendo ya durante varias horas el Palacio Presidencial, se apagó la última resistencia. Muchos se asombrarán de lo que aquí se acaba de narrar. Y así es, sencillamente asombroso. La alta oficialidad fascista de los cuatro cuerpos armados se había levantado contra el gobierno de la Unidad Popular y sólo cuarenta hombres resistieron durante siete horas el grueso de la artillería, los tanques, la aviación y la infantería fascista. Pocas veces en la historia se escribió semejante página de heroísmo."
FIDEL CASTRO (Testimonio)